Una joven, un *rm4 y el final anticipado: tragedia en México.

junio 15, 2025 | Policiaco

El sol caía lentamente sobre la sierra caliente de Michoacán, cuando la violencia volvió a reclamar vidas.

 

Entre el eco de los disparos, una joven mujer cayó abatida. Iba armada, sí. Formaba parte de un grupo que habría intentado emboscar a una unidad de agentes ministeriales. La respuesta fue inmediata. No hubo tiempo para nada más. Tres personas, dos hombres y una mujer, murieron en el lugar.

 

Ella tenía rostro, nombre e historia. Pero ahora solo es una más en la estadística de un país que llora a sus hijos incluso cuando ya han cruzado la línea. Dicen que su cuerpo quedó irreconocible, que la violencia de su final fue proporcional a la violencia del camino que eligió o que tal vez, nunca pudo rechazar.

 

¿Quién era? ¿Qué sueños tenía antes de empuñar un arma? ¿Cuándo fue que la vida le cerró tantas puertas que solo quedó una abierta, y esa conducía al crimen? ¿Quién le falló? ¿El Estado, su familia ó la sociedad entera?

 

Cada vez son más las mujeres que aparecen entre las filas de los grupos cr1m**nal3s. Algunas adolescentes, otras madres, muchas apenas aprendiendo a vivir. Atrás quedaron los cuentos de hadas y los juegos con muñecas. Los cambiaron por radios, armas y miedo. Pero el final, casi siempre, es el mismo: cárcel o muerte. Y no hay glamour en eso. Solo vacío, sangre y silencios eternos.

 

Hoy, una madre, en algún lugar, tal vez no sabe que su hija ya no volverá. Tal vez llora en silencio, o tal vez la perdió hace tanto tiempo que ya no tiene lágrimas. Y mientras tanto, nos seguimos preguntando: ¿Dónde están los padres?, ¿dónde estuvimos todos?

 

Porque cada vez que una joven muere de esta forma, no solo se pierde una vida: se fractura un futuro que pudo ser distinto. Y eso, también duele.

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